BALSERO
BALSERO
Dedicado a Goyo, por aquellos "martes al sol".
Naciste con alma emigrante,
hambriento de historia y pasado.
Por eso has forjado montañas
y en los valles vuelan preguntas,
pues eres la brizna de duda
que crece esperando respuestas,
la huella sin nombre en la niebla.
Esconde la vieja panera
dormidas leyendas y castros,
junto a una callada guitarra,
un poema y mil recuerdos;
varados a un golpe de viento
en al azar de los sueños,
parecen los restos de un naufragio.
Quizás por eso tu sangre es viajera,
nunca calla y es inquieta;
sangre cálida en un mar de verbos
que busca con hambre la orilla
que apague su sed de verdad.
Una verdad limpia y certera,
flecha tallada con espíritu de piedra.
Una piedra atrevida, cóncava y grosera,
que hace al cobarde más cobarde,
que desnuda y señala la mentira.
¡Ay amigo, que son ellos,
estos huecos y limpios mineros
de nuevas ciudades y sucio dinero!
Estos que un día bebieron tus palabras
ovillados en tus manos,
ahora te encierran en un lagar sin enseña.
¡Que son ellos, que te condenan
por despecho y por tedio,
como si fueras un verbo olvidado!.
Todavía conservas el alma limpia
y un retrato amarillento
de aquellos martes al sol, ¿recuerdas?
Tumbados en el último prado,
donde prender de luz la oscuridad
que el vacío iba dejando,
se convertía en el único milagro.
Pero así es como engañábamos al tiempo:
Camuflados de silencios
rescatando un nuevo aliento,
para escapar del odio,
del rencor y del miedo.
Aunque no todo ha sido en vano:
Te he visto tallar una balsa en secreto,
armada de sutiles palabras,
de verdades y bocetos de cristal.
Preparas tu fuga de nuevo,
hacia esa invisible isla
donde crece el trigo limpio.
Déjame ir contigo, balsero,
y emigrar con mis últimos sueños;
remaré como si fueras mi hermano,
sin pensar en qué mar o en qué océano
seremos naúfragos o prisioneros.
Miguel Ángel W. Mawey 3-07-05 ®
Dedicado a Goyo, por aquellos "martes al sol".
Naciste con alma emigrante,
hambriento de historia y pasado.
Por eso has forjado montañas
y en los valles vuelan preguntas,
pues eres la brizna de duda
que crece esperando respuestas,
la huella sin nombre en la niebla.
Esconde la vieja panera
dormidas leyendas y castros,
junto a una callada guitarra,
un poema y mil recuerdos;
varados a un golpe de viento
en al azar de los sueños,
parecen los restos de un naufragio.
Quizás por eso tu sangre es viajera,
nunca calla y es inquieta;
sangre cálida en un mar de verbos
que busca con hambre la orilla
que apague su sed de verdad.
Una verdad limpia y certera,
flecha tallada con espíritu de piedra.
Una piedra atrevida, cóncava y grosera,
que hace al cobarde más cobarde,
que desnuda y señala la mentira.
¡Ay amigo, que son ellos,
estos huecos y limpios mineros
de nuevas ciudades y sucio dinero!
Estos que un día bebieron tus palabras
ovillados en tus manos,
ahora te encierran en un lagar sin enseña.
¡Que son ellos, que te condenan
por despecho y por tedio,
como si fueras un verbo olvidado!.
Todavía conservas el alma limpia
y un retrato amarillento
de aquellos martes al sol, ¿recuerdas?
Tumbados en el último prado,
donde prender de luz la oscuridad
que el vacío iba dejando,
se convertía en el único milagro.
Pero así es como engañábamos al tiempo:
Camuflados de silencios
rescatando un nuevo aliento,
para escapar del odio,
del rencor y del miedo.
Aunque no todo ha sido en vano:
Te he visto tallar una balsa en secreto,
armada de sutiles palabras,
de verdades y bocetos de cristal.
Preparas tu fuga de nuevo,
hacia esa invisible isla
donde crece el trigo limpio.
Déjame ir contigo, balsero,
y emigrar con mis últimos sueños;
remaré como si fueras mi hermano,
sin pensar en qué mar o en qué océano
seremos naúfragos o prisioneros.
Miguel Ángel W. Mawey 3-07-05 ®
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